Alzheimer: cuando el diagnóstico temprano marca la diferencia

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente a personas mayores y está relacionada con el envejecimiento de la población. A medida que las sociedades envejecen, los casos de demencia, especialmente Alzheimer, aumentan. Sin embargo, algunos países desarrollados han visto una disminución en la incidencia de la enfermedad debido a mejoras en educación, condiciones sanitarias y estilo de vida.

A pesar de estos avances, el Alzheimer sigue siendo un desafío significativo para la comunidad científica y los sistemas de salud debido a la complejidad de sus causas y la falta de tratamientos efectivos. Actualmente, más de 50 millones de personas en el mundo están afectadas, y se proyecta que esta cifra podría superar los 100 millones para 2050.

La teoría más aceptada sobre el origen del Alzheimer es la “cascada amiloide”, que sugiere que el beta-amiloide, un fragmento de una proteína, se acumula en el cerebro, causando la muerte neuronal y el mal funcionamiento de ciertas regiones cerebrales. Aunque se han desarrollado tratamientos anti-amiloide para combatir esta acumulación, los resultados han sido modestos y los tratamientos no están exentos de efectos adversos graves, por lo que aún no han sido aprobados en la Unión Europea.

Para un diagnóstico definitivo de Alzheimer, se recomienda una evaluación clínica adecuada y la detección de biomarcadores específicos, como el beta-amiloide y la proteína tau, a través de pruebas de imagen PET-amiloide o punciones lumbares. Estos procedimientos son costosos, tienen disponibilidad limitada y pueden ser invasivos.

La investigación continúa, y los expertos confían en el desarrollo de nuevos enfoques, como biomarcadores en sangre, que ya están empezando a implementarse en algunos centros. La edad es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar Alzheimer, con un aumento significativo del riesgo a partir de los 65 años y una prevalencia del 27% entre los mayores de 90 años. Otros factores no modificables incluyen la predisposición genética.

Publicado en Elplural.com